Durante este Mundial he tenido la suerte de poder seguir múltiples partidos de muy diversa forma. Lo mejor (no está mal para ser "sólo" fútbol): he visto partidos de Alemania en un Instituto Goethe al límite de su capacidad, entre prätzels, cánticos y jarras de cerveza; he disfrutado de veladas familiares con el partido como excusa, cuando a ninguno nos importaba el resultado más que por la tradicional porra que cuelga de un imán de la nevera; y también he acudido en tres ocasiones a una sala de cine a ver sendos partidos con amigos a los que no hubiera visto esos días de no haber mediado un balón.

En los dos en los que no jugó nuestra selección compartimos la sala entre diez personas; en el de España, personas personas sólo debía de haber diez, pero el local estaba a reventar. Intentaré explicarme:
Silbidos al himno del rival, comentarios y gritos xenófobos -mejor no preguntar la afiliación política-, abandono de la sala ante la derrota inminente de tu equipo, continuos insultos a los jugadores rivales y, como colofón, un cohete con traca final disparado desde la última fila que explotó justo frente a la primera, bajo la pantalla. En definitiva,
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
Por un momento, consiguieron que me alegrara de no pasar a cuartos.
3 comentarios:
Y aún más triste es que los medios de comunicación patrios, siempre prestos para vocear las "provocaciones" de los "enemigos", no hayan dedicado a estas actuaciones ni una línea, ni un comentario.Lo de la falta de respeto al himno de Francia no sólo pasó en el cine, también en el campo, y se hizo evidente para cualquiera que veía la tele... pero no para los comentaristas. Eso debe ser lo que llaman patriotismo: el silencio para las vergüenzas propias, unido a frases como "Crean en lo que crean, tengan fe en España". Joder...
Lo del cohete fue el colmo del surrealismo.
Cuando cayó miré hacia la izquierda.
Vi a Gerrard. Dónde lo hemos metido, pensé.
Empecé a cagarme en todo.
No podemos dejar a Gerrard en una urna de cristal. Debe conocer los dos lados de la fuerza para poder ser un buen Jedi... Eso sí, nadie dice que esto vaya a ser fácil.
Ante estas actuaciones dentro y fuera (que las hubo al acabar, con intercambio de felicitaciones y objetos entre gente de los pisos y la hinchada española) más que la reprimenda pública o el consejo "rayón" mi opinión y actuación trata de ser la coherencia y predicar con el ejemplo. Y os aseguro que cuesta, más en otros campos que en ese cine.
El partido de España-Francia fue una excusa de muchos para (mal) llevar una bandera española y pegar gritos política y humanamente incorrectos. Menos mal que mucha gente sabe(mos) que el futbol no es eso, que es otra cosa, que es mucho más. Y a la que no lo sabe y lo interpreta como lo de ese martes, habrá que hacer un esfuerzo y explicarselo.
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