jueves, septiembre 21, 2006

J.R., J.R. y la libertad de expresión

¿Cuáles son los límites de la libertad de expresión? ¿Debería tenerlos? En mi opinión, estas son las preguntas que subyacen detrás de dos de las polémicas que están haciendo correr ríos de tinta a nivel nacional e internacional durante estos días.

En el ámbito nacional (asumiendo el vacío de contenido de dicha palabra) tenemos el caso de un actor que decide soltar lindezas contra España. A los demagogos radicales y políticamente correctos que han denunciado la censura (yo también estoy en contra de ella, que el público decida) a la que se ha visto sometido dicho actor, una pregunta: ¿qué habrían dicho en el caso de que ese mismo actor se hubiera puesto a excretar en los catalanes? ¿Estarían defendiendo su derecho a la libertad de expresión en el teatro Capitol de Barcelona?

En el ámbito internacional, Ratzinger Z se entretiene en lanzar sus puños fuera contra gran parte de la labor de su antecesor -el intentar agrupar a las personas de distintas religiones y llegar a puntos de encuentro-. Decidir qué religión se basa más en la razón que otras no es, en abstracto, un tema político sino metafísico... pero J.R. parece no haberse dado cuenta que su opinión es escuchada por mucha gente como cabeza de una Iglesia... pero por mucha otra como un mero Jefe de Estado. Y, en diplomacia, cada palabra debe ser medida. Ni estoy de acuerdo con la estrategia del Santo Padre ni comulgo con el razonamiento de su polémico discurso pero, con lo que sí que de verdad estoy en desacuerdo es con las amenazas de muerte y represalias violentas por parte de un sector del mundo musulmán. Más que nada, porque al final sus actos (asesinato de una monja en Etiopía, quema de retratos, AK-47 en mano) acaban siendo piedras contra su propio tejado al justificar un texto (el del Papa) de contenido más que discutible.

Y a lo que quería llegar: existe una corriente de progresismo mal entendido que por un lado defiende la libertad de expresión para sus amiguetes (¿quizás por miedo a ser ellos mismos los siguientes en aparecer mencionados en el show de Rubianes?) mientras que, por el otro, rechazan el ejercicio de aquélla por otros (¿quizás por miedo a ser ellos mismos los siguientes en aparecer mencionados en el show de Rubianes?).

PD: la libertad de expresión también permite no contestar preguntas (especialmente, si son impertinentes), vengan en el idioma que vengan. Eso lo saben hasta en Camerún.