jueves, septiembre 15, 2005

Atticusbcn' no se vende

Resulta cada vez más difícil realizar cualquier tipo de actividad sin que nos veamos sometidos a un bombardeo continuo de anuncios incitándonos a consumir tal o cual artículo. De hecho, pocos espacios quedan inmaculados ante las garras -o mejor pezuñas- de los voraces publicistas. Carrocerías de coches, mensajillos al móvil, spam,... cualquier soporte es bueno para colocar un reclamo publicitario. Pero dándole vueltas a la cabeza, uno ha encontrado el más fantástico de los soportes, un espacio todavía inmaculado -no, no es la camiseta del Barça- y de uso cotidiano -no, no, tampoco me refiero a mi blog-, que ilumina nuestras vidas compartiendo con nosotros instantes de gran intensidad emocional: los rollos de papel de water.Pues sí, es raro que todavía no haya habido ninguna empresa que haya osado estampar su logo en tan mullido y socorrido medio. Obviamente, más de una firma no querrá ver su imagen manchada con tan escatológico asunto y, naturalemente, uno no está pensando en , por ejemplo, Oscar Mayer o Nocilla como potenciales usuarios de este revolucionario soporte. Sin embargo, entre vuelta y vuelta del rollo se va abriendo un amplio abanico de posibilidades.Uno de los sectores que más podría beneficiarse del "rollospot" es el de las aseguradoras. Imaginaos: estáis fuera de casa, lavabo público. Silencio sepulcral y efectos secundarios de una buena fabada. Y de repente, ¡zas!, no hay papel. Pero es entonces cuando, una vez te has secado las frías gotas de sudor de tu frente, consigues divisar, medio escondido al lado de la escobilla, un rollo de papel. Lo abres y lees algo así como "Seguros X, siempre a tu lado cuando nos necesitas" o "Nunca estuvimos tan cerca". Glorioso, ¿no? Desde luego debe parecerlo más aun cuando la única alternativa posible es la escobilla...Por otro lado, ese magno canutillo de cartón puede ser también portador de noticias. ¿No reparten cada día por la calle periódicos de usar y tirar? El rollo-informativo no consumiría más papel que dichos diarios y tendría un fácil reciclaje, además de liberar al cívico lector del engorro de tener que encontrar una papelera donde tirarlo. Eso sí, resultaría difícil compartir su lectura, si bien evitaría que el listillo que se sienta a tu lado en el autobús cada mañana echase una -no tan- disimulada ojeada a TU periódico.Pero el rollo de papel es algo más que todo eso. Si a las palabras se las lleva el viento: ¿por qué no se las va a poder llevar el inodoro? Breves poemas, frases célebres o incluso historias de amor por capítulos podrían tener cierta aceptación. Como movimiento contracultural no tendría precio.Pero bien, como no todos somos tan espirituales, la edición de rollos-crucigramas o incluso la confección de rollos-boletos que permitieran la posibilidad de rellenar primitivas o quinielas no tardarían en llegar. La jubilación anticipada de los estanqueros y la perdición de más de un ludópata llegarían cuando se instalaran máquinas en los lavabos públicos capaces de procesar dichas apuestas. Además, probablemente más de un médico estaría de acuerdo conmigo en que el mayor riego sanguíneo al cerebro durante dicho período de tiempo favorecería las posibilidades de éxito. Y bueno, eso sí, la mayor satisfacción nos la llevaríamos cada cuatro años, cuando los diferentes partidos políticos nos mandaran sus papeletas. Estoy convencido de que la abstención se reduciría al incrementarse exponencialmente el número de ciudadanos que las depositarían una tras otra en las "urnas"... Pero mientras tanto, señores publicistas: para incrementar sus ingresos, maximizar beneficios de las empresas, fomentar el uso de la cultura, ayudarnos a mejorar el sistema cardiovascular e incluso para lubricar el funcionamiento de nuestra maltrecha democracia, váyanse todos a cagar.

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