jueves, febrero 26, 2009

A la boloñesa

Efectivamente, con la celebración del referéndum que hoy se realiza en la UB preguntando a los alumnos si consideran que se debe congelar o no la aplicación del Plan de Bolonia, la institución catalana no hace más que añadir un poco más de salsa para camuflar la falta de cocción del plato que camufla. En las próximas líneas intento resumir algunas de las cuestiones centrales del debate-tirando-a-conflicto que se ha generado en el mundo universitario.

Tortellini

Centrémonos, en primer lugar, en qué es, en el “relleno”, del denominado Proceso de Bolonia. Estrictamente, el Proceso de Bolonia no es más que el compromiso adquirido en 1999 por los países de la UE para hacer posible, antes del año 2010, la creación de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Para ello, los estudios pasarán a estar estructurados en grados (en España se decidió que fueran de cuatro años, por eso de hacerlas similares a las licenciaturas actuales -cuando, en la mayoría de Europa, son de tres-) y postgrados (generalmente, de dos años de duración). En nuestro país desaparecen, por tanto, las licenciaturas y diplomaturas. Las asignaturas pasan a su vez a ser medidas mediante créditos europeos (ECTS). El objetivo del EEES es, por tanto, que un alumno de la UE pueda cursar, si lo desea, el primer curso de su grado en Francia, el segundo en Italia, el tercero en Bélgica, el cuarto en Portugal y que, cuando vuelva a España, se le reconozca automáticamente el título. Así pues, ¿a qué viene tanta queja por parte del alumnado y del profesorado de nuestras universidades?

Spaghetti y macarroni

Pues bien, las críticas van dirigidas en dos direcciones: en primer lugar, aquéllas que hacen referencia al contenido de diversas reformas que se han introducido en España “en el nombre de Bolonia” cuando nada tenían que ver, estrictamente hablando, con el Proceso de Bolonia; en segundo lugar, las que apuntan al cómo se ha llevado a cabo este proceso, sin contar con la participación de los principales implicados (a alumnos y profesores se les hace “pasar por el tubo”).

No entraré a explicar todas y cada una de las reformas que se han introducido “en el nombre de Bolonia”, pero ahí van algunas para que el lector se forme su opinión al respecto.

1. Los primeros dos años de los estudios de grado pasarán a ser genéricos, siendo los dos siguientes de especialización. No obstante, para adquirir el nivel de preparación necesaria para ejercer una profesión se necesitará cursar un postgrado (se les ha llamado pomposamente “masters” pero el nivel de éstos es inferior al de lo que hasta ahora se ha entendido como máster).

2. Los estudios de máster deberán ser financiados por los estudiantes.


3. Se habilitará un sistema de créditos (no de becas) para ayudar a los estudiantes a financiar los másters. Nótese que con el panorama expuesto en el punto 1 se hace prácticamente imprescindible el cursar uno.

4. Se pasa a un modelo inspirado en la universidad estadounidense en el sentido de introducir más competencia entre universidades. Pueden cerrarse estudios por falta de demanda o por sus malos resultados, medidos éstos en función de una serie de criterios a establecer por las agencias de evaluación.

5. Se reduce el número de horas lectivas presenciales y se impulsa el trabajo autónomo del alumno, pasando a ser el profesor un “orientador”. Se aprecia aquí también la inspiración en el modelo estadounidense.

6. El sistema anterior se aplica sin incrementos en las partidas presupuestarias. Piénsese pues en la realización de debates, actividades dirigidas o ejercicios de autoevaluación en clases con 80 o más alumnos.

7. La desaparición de las diplomaturas ha llevado a la fusión de estudios y plantea cuestiones en cuanto a la convalidación de éstas con los títulos de grado.
8. La convalidación automática de títulos a nivel europeo (hay países que no son de la UE que también han firmado el acuerdo) debería incrementar la baja movilidad laboral a nivel europeo, una de las causas que se han señalado para explicar las elevadas tasas de desempleo en algunas regiones de Europa.

El referéndum de hoy, en mi opinión, tiene sin embargo el objetivo de atajar las críticas que apuntaban en la segunda dirección (la UB ha anunciado que requiere al menos un 20% de participación para que considere vinculante la consulta), intentando crearse una sensación de “democracia” en la implantación del Proceso de Bolonia. Por otro lado, cabe plantearse la legitimidad de la UB para paralizar la aplicación de una directiva provinente de Bruselas...

Fetuccini y rigattoni

¿Que de qué servirán las protestas de los estudiantes y el referéndum de hoy? Dando por supuesto que el referéndum será favorable a la congelación en la aplicación de “nuestro” Plan de Bolonia (y digo “nuestro” porque cada país ha acabado cocinando su propio plato), pienso que todas estas protestas e iniciativas tan sólo acabarán sirviendo para que la población tenga un poco más claro qué está pasando en nuestras universidades y para que los más críticos tengan la sensación de haber pasado por un tubo un poquito más ancho.

2 comentarios:

Ernesto Frattarola dijo...

Muchas gracias, atticus, por aclarar un poquito un tema en el que estaba absolutamente pez.

Catcatracha dijo...

¡Buenísima explicación!
Ojalá los medios de comunicación se dedicaran un poco más a dar explicaciones clarificadoras como esta en lugar de quedarse en las anécdotas de si acampamos y nos pegan con porras.
¡Felicidades por tu clarividencia y gracias por ilustrarnos!