lunes, diciembre 18, 2006

Massa tous

Durante los últimos días ha sido noticia por estos parajes el suceso acontecido en casa de una familia de famosos joyeros de Barcelona. Un grupo de ladrones intentó asaltar la mansión de dichos joyeros y el jefe de seguridad de la casa, familiar de los propietarios de ésta, salió en persecución de los fallidos ladrones y, al ver a dos de ellos dentro de un coche, alojó una bala, con desenlace fatal, en el cráneo de uno de los dos delincuentes.

Bien, se ha desatado una intensa polémica acerca de cuáles son los límites de la legítima defensa, la inseguridad ciudadana... y bueno, ahí van varios apuntes al respecto.

1- La legítima defensa (que exime de responsabilidad penal), en nuestro Código Penal, requiere de proporcionalidad y racionalidad en el medio empleado para repeler la agresión sobre un derecho propio o ajeno en la respuesta, para que ésta sea considerada como legítima defensa. Por tanto, no parece que, a la vista de lo sucedido, existiera proporcionalidad ni que, el disparar a bocajarro fuera el medio racional más apropiado para repeler el intento de robo.

2- Podría argumentarse, por parte de la defensa, la concurrencia de miedo insuperable, como eximente de responabilidad penal. Ahora bien, quizás dicho razonamineto se sostuviera si hubiera sido, por ejemplo, la mujer del joyero la que se encontró el revólver y disparó... pero resulta difícil de alegar de un profesional cuya principal tarea es, precisamente, velar (racionalmente) por la seguridad de las propiedades.

3- Así pues, no creo que se le conceda ninguna eximente ni lo deseo ya que ello nos aproximaría al modelo estadounidense.

4- Ahora bien, que no crea que se le deban conceder eximentes no implica que no concurran circunstancias atenuantes. De hecho, al menos creo que concurren 3 posibles causas atenuantes.

5- Por tanto, por la salud de nuestro modelo de seguridad (no deja de ser una buena noticia la gran alarma social generada por el caso, lo cual es consecuencia tanto del sensacionalismo de la prensa como de la excepcionalidad del caso) el señor que disparó al ladrón a bocajarro debe ser juzgado, a pesar de la presión de la opinión pública general. Si no, estaríamos dando un paso hacia la justicia de cowboys, al revólver debajo de las almohadas y, quien sabe si explotando el tirón, a largo plazo, una sustitución de los colgantes de ositos y flores por balitas de 9mm en oro o, mejor todavía, en plata, por si confundo al chaval que me trae el pedido del súper tarde a casa, con el hombre lobo.

(Otra vez, gracias a C. por su contribución a mi blog, en este caso, mediante la imagen que adjunto).

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